Marcos 7,1-31. Comentario



ESTRUCTURA

7,1 - 13

Se reunieron junto a él los fariseos y algunos letrados venidos de JERUSALEN.

Viendo que algunos discípulos  comían los panes con  manos profanas, es decir sin lavárselas (Es de saber que los fariseos y los judíos en general no comen sin antes lavarse las manos restregando, siguiendo la tradición de los ancianos, cuando vuelven del mercado, no comen sin antes lavarse; y observan otras muchas reglas tradicionales, abluciones de copas, jarras y ollas).

De modo que los fariseos y los letrados le preguntaron:

¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los mayores, sino que comen  el pan con manos profanas?

Les respondió:

Qué bien profetizó Isaías de vuestra hipocresía cuando escribió:

Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí;

el culto que me dan es inútil, pues la doctrina que enseñan son preceptos humanos. Descuidáis el mandato de Dios y mantenéis la tradición de los hombres.

Y añadió:

Qué bien despreciáis el mandato de Dios para observar vuestra tradición.

Pues Moisés dijo: sustenta a tu padre y a tu madre y también quien abandona a su padre o su madre es reo de muerte. Vosotros en cambio decís: Si uno declara a su padre o a su madre que el socorro que le debía es qorban (es decir ofrenda sagrada) no le dejáis que haga nada por su padre o su madre.

Y así invalidáis el precepto de Dios en nombre de vuestra tradición.

Y de esas hacéis muchas.

7,14-16

Llamando de nuevo a la gente les decía:

Escuchad todos y entended.

No hay nada  fuera del hombre que, al entrar en él pueda contaminarlo.

Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.

Quien tenga oídos para oír que oiga

 
7,17-23

Cuando se apartó la gente y entró en casa le preguntaban los discípulos el sentido de la parábola.

Y les dice:

¿Con que también vosotros seguís sin entender?

¿No comprendéis que lo que entra en el hombre desde fuera no puede contaminarlo, porque no le entra en el corazón, sino en el vientre y después se expulsa en el retrete? (Con lo cual declaraba puros todos los alimentos)

Y les añadía:

Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre.

De dentro del corazón del hombre salen los malos pensamientos,

fornicación, robos, asesinatos, adulterios, codicia, malicia,

fraude, desenfreno, envidia, calumnia, arrogancia, desatino.

Todas esas maldades salen de dentro y contaminan al hombre.


7,24-31

Desde allí se puso en camino y se dirigió al territorio de Tiro. Entró en una casa con intención de pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.

Una mujer que tenía a su hija poseída por un espíritu inmundo se enteró de su llegada, acudió y se postró a sus pies.

La mujer era pagana, natural de la Fenicia siria.

Le pedía que expulsase de su hija el demonio.

Le respondió:

Deja que se sacien primero los hijos. No está bien quitar el pan de los hijos para echárselo a los perritos.

Ella replicó:

Señor, también los perritos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los niños.

Le dijo:

Por eso que has dicho, ve, que el demonio ha salido de tu hija.

Se volvió a casa y encontró a la hija tendida en la cama; el demonio había salido.

Después salió del territorio de Tiro, pasó por Sidón y se dirigió al mar de Galilea atravesando los montes de la Decápolis.

JUSTIFICACION DE LA ESTRUCTURA

La sección de Marcos 7,1-23 podemos dividirla en tres partes:
7,1-13: Controversia con los fariseos y escribas llegados de Jerusalén.
7,14-16 Enseñanza a la multitud sobre la situación originada por la discusión.
7,17-23 Petición de los discípulos de una explicación a parte.
Esta misma estructura es la que hemos encontrado  en Marcos 3,20-4,41:
Controversia sobre el poder de expulsar demonios;
Enseñanza en parábolas a la multitud;
Explicación a solas a los discípulos sobre el misterio del Reino, sobre los que están dentro y los que están fuera.
Allí explicó Jesús el “dentro-fuera” en relación al Reino. En el relato actual explica el dentro-fuera en relación con el corazón del hombre.
El relato de la controversia se relaciona también con Marcos 2,18-22. Allí le preguntan por qué sus discípulos no ayunan. Aquí le preguntan por qué comen sin lavarse las manos. En ambos relatos está el tema del comer.
En el relato sobre el ayuno se dice “a vino nuevo, odres nuevos”.
Como veremos, los odres viejos son la “tradición de los mayores” que no pueden contener el vino nuevo del amor de Dios. El mandamiento de Dios necesita odres nuevos.
No se trata de ayunar o de comer habiéndose lavado las manos. Lo verdaderamente fundamental es comer con todos y compartir el pan con todos, pues el amor de Dios es universal.
El vino viejo es la tradición de los mayores, que no habita el corazón. El vino nuevo es el mandamiento de Dios gravado en el corazón del hombre por el Espíritu.
Eso es lo que Jesús explicará luego a la multitud y a los discípulos a parte, porque tampoco ellos acaban de comprender lo de dentro-fuera.
En Marcos después de las parábolas tenemos la travesía en barca y la curación del geraseno.
En nuestro texto la travesía en barca viene remplazada por  el viaje de Jesús a tierras de tiro y la curación de la hija de la siriofenicia.

COMENTARIO

MARCOS 7,1-23
El vocabulario abre el camino para la interpretación del texto. Las palabras Comer y panes se repiten seis veces; preceptos humanos, tradición de los mayores, siete veces; precepto de Dios, tres veces. El relato une pues estos tres temas: el comer los panes sin lavarse las manos, el precepto humano, el precepto de Dios.
Podemos dividir el relato, como hemos dicho,  en tres partes:
Controversia con los fariseos y con los escribas que han venido de Jerusalén;
Enseñanza al pueblo;
Instrucciones a solas para los discípulos.
Es la misma estructura de base que encontramos en la parte de las parábolas aunque menos desarrollada.
La controversia:
Se acercan a Jesús los fariseos y los escribas porque han visto que "algunos" de sus discípulos no se lavan las manos para comer. Como dice el texto comen los "panes" con manos profanas. A continuación Marcos explica las costumbres de los fariseos. Viene después la acusación hecha a Jesús y la respuesta que El les da.
¿Qué significa comer los panes con manos profanas, impuras? El mismo texto nos da la explicación: "sin lavarse las manos" El lavarse las manos antes de comer es un signo identitario que distingue a los judíos de los paganos y que conlleva un juicio de impureza sobre los paganos. Eliminar el gesto de lavarse las manos es dejar de lado un rasgo de su sacralidad e identidad como pueblo y eliminar un signo de distinción con otros pueblos. La tradición de los mayores crea separación, cultiva el sentido de superioridad sobre los otros pueblos debido a la sacralidad de Israel. Crea una distinción dentro-fuera bien concreta en relación con el pueblo.
¿Qué comen? El texto dice "los panes". Utiliza el plural en lugar del singular que es el que puede expresar el comer en general, "comer el pan". Los panes en plural, probablemente, hacen alusión al relato de la multiplicación. Han comido los panes sin lavarse las manos, eliminando la distinción entre quienes son fieles a la ley y quienes no lo son, entre puros e  impuros. Si tenemos en cuenta el relato del fariseo y el publicano vemos que la tradición de los mayores establece la división entre los fieles y los infieles, entre el verdadero pueblo y los que no son el pueblo judío.
Marcos explica luego algunos elementos del ritual de los fariseos y de los judíos. Lavan los alimentos, limpian las ollas, no comen sin lavarse. 
Este ritual es el que sirve de fundamento para la acusación que los fariseos y escribas hacen a Jesús y para la respuesta que va a dar Jesús.
Los fariseos acusan a los discípulos de no seguir la tradición de los mayores que para ellos tenía tanta o más importancia que la ley escrita.
Jesús comienza su respuesta utilizando al profeta Isaías para poner de relieve cual es la actitud de los fariseos. El los califica de hipócritas: lo exterior y lo interior, el dentro y el fuera no coinciden en sus vidas.
Honran a Dios con los labios (exterior) pero su corazón (interior) está lejos de Dios. Su culto es vano porque su enseñanza es una enseñanza de los hombres (exterior).
Jesús les reprocha el que dejen de lado "el mandamiento de Dios" para seguir la tradición de los hombres.
¿Cuál es el mandamiento de Dios? En Marcos 12,28-31 se dice cuál es el mandamiento de Dios. Ante la pregunta del escriba sobre cuál es el principal mandamiento, Jesús responde:
El primero es: escucha Israel amarás al Señor tu Dios
El segundo es: amarás al prójimo como a ti mismo.
La conclusión es chocante: más grande que éstos no hay otro mandamiento. Y el escriba responde: Muy bien, maestro, es verdad lo que dices: que  es uno solo y no hay otro fuera de él. Jesús le dice: no estás lejos del reino de Dios.
La respuesta no deja de ser llamativa. Jesús habla de primero y segundo para concluir no hay mayor mandamiento que estos; y el escriba habla de un mandamiento. El mandamiento de Dios es el que une el amor a Dios y el amor al prójimo en un único mandamiento. Lo que los escribas hacen siguiendo la tradición de los hombres es separar este mandamiento en dos. El mandamiento de Dios se queda sin principio de verificación y puede ser manipulado según los propios intereses. Podemos decir aquí lo que Jesús dice en la controversia sobre el divorcio: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre (10,9)
Jesús va a ilustrarlo con un ejemplo. Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldice a su padre o a su madre es reo de muerte.
En la unidad del mandamiento esto significa que el honrar padre y madre es el modo de amar a Dios, es algo que Dios quiere.
Los fariseos lo separan. Si el dinero que tengo para cuidar y honrar a mis padres lo doy como don al Templo (corbán), el mandamiento de honrar al padre y a la madre ya no me obliga.
El dinero dado al Templo es expresión de mayor amor a Dios que el cuidado de los padres. El Templo ocupa el lugar de Dios. Separando a Dios del amor al prójimo es como ha nacido la tradición que viene de los hombres. Dios es puesto al servicio de los intereses particulares de los jefes religiosos. El Templo que debe ser lugar de oración para todos los pueblos, se ha convertido en una guarida de ladrones. Han separado a Dios de lo que quiere Dios, para poder atribuir a Dios lo que ellos quieren. Este es el proceder que siguen en muchas cosas: de éstas, hacéis muchas.
Honrar a Dios con los labios es una honra vana pues sirve para justificar el propio querer y la propia voluntad. Honrar a Dios con el corazón es hacer aquello que Dios quiere, es mantener unidos el amor a Dios y el amor a los hombres.

Llama a la multitud.
La multitud no ha estado presente en la controversia, pero Jesús les llama para que no se dejen engañar por la lógica y el proceder de los fariseos y escribas. Aquí el pueblo ocupa el lugar de los que estaban alrededor de Jesús en 3,32 cuando El dice quiénes son su familia, los que hacen la voluntad de su Padre, y a quienes explica las parábolas junto con los doce (4,10).
Empieza diciéndoles: "escuchad y comprended" para que no os pase como a los que están fuera del misterio del reino, que escuchan y no entienden (4,12).
Jesús quiere seguir profundizando con ellos en el misterio del reino, en el dentro y fuera,  como hizo en el relato de las parábolas. Jesús enuncia un principio: nada exterior puede hacer profano al hombre. Ni el ritual, ni la raza, ni la nación pueden hacer profano al hombre. El principio de la creación debe ser aplicado: Dios creó todo y vio que todo era bueno.
Lo que hace profano al hombre es lo que sale de su corazón. Es el corazón el que puede profanar la creación. El dentro o fuera se establece en el interior del corazón. Nada que viene de fuera puede contaminar.
“Con esta enseñanza Jesús se opone no solo a los preceptos de purificación de los escribas, sino también a las disposiciones de la Ley que en Levítico 11 – 15 habla de los animales puros e impuros, de leprosos y de diferentes circunstancias sexuales. El significado incisivo de esta enseñanza por la impostación de la vida y por la relación con los paganos ha sido comprendida solo por los grandes de la Iglesia primitiva  (cfr. Gál 2, 11 -16)[1]

Los discípulos a solas.
Le preguntan por el sentido de la "parábola". Lo dicho por Jesús hasta ahora no es ninguna parábola. Si ellos lo llaman parábola es signo de que no entienden y que se están quedando fuera del misterio del Reino. Ellos deberían comprender plenamente el sentido de lo que Jesús acaba de enunciar. Eso es lo que les va a reprochar Jesús: "¿Vosotros también carecéis de inteligencia?"
Lo de fuera no hace profano al hombre. Lo que sale del corazón es lo que puede hacer profano al hombre, es decir, lo que puede separarle del ámbito de la relación con Dios.
“A la cabeza de esa doble lista  aparecen los “malos pensamientos”. La estructura gramatical del texto sugiere que todos los demás males se encuentran en oposición a esta categoría abarcadora,  ya que “los malos pensamientos” precede al verbo proceder (proceden) mientras que los restantes males siguen después. Estos “malos pensamientos” parecen formar la versión marcana de la “mala inclinación”, que aparece en el rabinismo, aunque se encuentra enraizada en la Biblia”[2]
Del interior salen las intenciones malas
            Mala conducta, Robos, Muertes
            Adulterios, Codicias,             Perversidades
            Engaños, Desenfreno, Envidia
            Injurias, Vanidad, Irracionalidad
Esto es lo que sale del corazón y hace impuro.        
Todas las conductas enunciadas dicen relación a los demás y a uno mismo, no relación a Dios. En la perspectiva del "mandamiento", esto es lo que no da culto a Dios.
"Fíjense de paso en que lo que Jesús denunció como causa de maldición y de muerte para el hombre no aparece nada que se refiera directamente a Dios, son doce situaciones de relación injusta, alterada, respecto de los hombres. Allí es donde se juegan las cuestiones de vida o muerte para el pueblo. A Dios no se le ofende directamente; en lo que se hiere al Padre, que ama la vida, es en el incumplimiento de su proyecto de vida; lo que va contra la vida de sus hijos es lo que de verdad ofende al Padre"
“¿Cómo puede manchar a los humanos lo que sale de su interior? Quizá debamos responder diciendo que el hombre es esencialmente un ser en relación con los demás; en esa línea podemos añadir que aquello que sale de dentro y destruye las relaciones humanas destruye también algo que resulta esencial para la salud de los individuos”[3]

MARCOS 7,24-31
Curación de la hija de la sirio fenicia. Lo podemos estructurar de la siguiente manera:
24 a Introducción
24 b-26 salida de Jesús hacia Tiro y encuentro con la mujer que le pide la curación de su hija.
27-29 Diálogo
30-31 Separación, la hija ha sido curada.

En la introducción, Jesús se dirige solo hacia la región de Tiro y Sidón. Los discípulos no le acompañan, quizá porque es tierra pagana. Cuando se dirigieron a Gerasa, no bajaron de la barca, ahora no acompañan a Jesús.
Entra en una casa. Quizá, quiere realizar en territorio pagano la experiencia que mandó realizar a los discípulos cuando les envió en misión de dos en dos (Marcos 6), la experiencia de la hospitalidad y de la acogida.
No quiere ser reconocido. La expresión es utilizada aquí y en el segundo anuncio de la pasión  (Marcos 9,30), donde Jesús no desea ser reconocido para poder enseñar a los discípulos. El no querer ser reconocido expresa la importancia de lo que Jesús quiere hacer. Quiere entrar en una casa y permanecer allí. No quiere anunciar ni hacer milagros, quiere vivir la experiencia.
Encuentro con la mujer siriofeniicia:
Jesús no consigue pasar inadvertido, como, tampoco, consigue retirarse a solas con los discípulos a su vuelta de la misión para ir a un lugar desierto (Marcos 6, 33). Una mujer se da cuenta de su presencia y acude a Él para pedirle que expulse al demonio que posee a su hija.
Ya en 3,8 Marcos ha dicho que la gente de Tiro y Sidón acudía a Él. Jesús no es un total desconocido en la región.
La mujer que tenía una hija con espíritu impuro, se echa a sus pies y le pide que expulse el demonio de su hija. Sale al encuentro de Jesús, como Jairo cuando va a pedir la curación de su hija (Marcos 5, 21 – 24). Como Jairo, la mujer se postra a los pies de Jesús. Le ruega que cure a su hija. De Jairo se dice que era jefe de la sinagoga. La mujer es griega de origen siro fenicio, pagana.
El diálogo:
Jesús responde a la petición de la mujer. En su respuesta varias cosas importantes y chocantes:
Dice Jesús a la mujer: no es bueno echar el pan de los hijos a los perrillos. Deja primero que los hijos se sacien. Esta respuesta expresa una jerarquía, aunque no sea una verdadera exclusión, "primero" no significa exclusión.
Después que coman los hijos, puede darse de comer a los demás. Para que puedan comer los otros, deben estar saciados los hijos. Pero en la multiplicación de los panes se ha dicho que los hijos han quedado saciados y ha sobrado. Luego existe, al menos,  la posibilidad de repartir el pan a los demás. Jesús está anunciando implícitamente la próxima multiplicación de panes a los gentiles Marcos 8.
Jesús contrapone hijos, que es el pueblo de Israel, a perritos, que son los paganos. Esta es la idea que tienen los fariseos y el pueblo judío de los paganos y que Jesús utiliza en su diálogo con la sirio fenicia. Es cierto que en la multiplicación han sobrado panes, pero esos panes son de los hijos y no está bien dárselos a los perrillos. Ese es el pensamiento judío como pensamiento particularista y exclusivista.
La mujer responde, tomando pie de la respuesta de Jesús. Los perros, debajo de la mesa, comen las migas que les echan los niños. Admite la jerarquía de Jesús: los que están a la mesa y los que están debajo de la mesa. Pero da un salto. No habla de hijos sino de niños.
Cuando Marcos utiliza la palabra niño, estos siempre representan al pueblo: hija de Jairo, el niño epiléptico, y aquí. Representan al pueblo que debe ser alimentado y cuidado.
Pero los niños son también los que acogen el reino de Dios, los que están en la casa sirviendo. Cuando los hijos se hacen niños y sirven a los demás, hay pan para todos. En 9,33-37 Jesús pone como modelo de discípulo al niño que está en casa sirviendo. Lo toma en sus brazos y lo abraza. El que acoge al niño le acoge a Él y al Padre. El niño es el que ha comprendido el amor de Dios.
Las palabras de la mujer, expresan su fe y su confianza en Dios. Por eso su hija será curada.
“Si no queremos refugiarnos en racionalizaciones, y no hay nada en el texto que pueda poyarlas, debemos aceptar el hecho de que las palabras de Marcos 7, 27, tal como fueron pronunciadas por el Jesús histórico, suponen un rechazo; y que ese rechazo posiblemente se apoyaba en el hecho de que Jesús estaba convencido de que su misión se limitaba a Israel. En esta línea, D. M. Rhoads piensa que esta postura es la que el mismo Marcos asume en su texto: Jesús cambió su postura sobre su misión a los gentiles tras su encuentro con la mujer sirio fenicia; por eso inmediatamente después demostró su nueva actitud caminando “por medio de la Decápolis” que era una región gentil”[4]
Separación:
La hija está endemoniada. Está dominada por una ideología violenta que no acepta esa jerarquía judía. La comprensión del amor universal de Dios va a curarla de esa ideología violenta.
Cuando su madre vuelve a casa la encontrará a la "mesa", dispuesta para comer. La alusión que hace el texto a los panes y el empleo de la palabra “kline”, mesa,  lleva a traducir “kline” por mesa, diván. La palabra kline es utilizada aquí y en 4,21, la lámpara no debe ponerse debajo de la "mesa". Ahora alumbra la lámpara que estaba bajo la mesa y se revela el misterio de Dios. El amor universal de Dios se ha revelado. Lo que estaba oculto se ha manifestado. Se ha revelado porque la mujer ha creído en este amor universal de Dios que también da de comer a los perrillos.
De aquí Jesús vuelve hacia la región de Galilea atravesando la Decápolis.




[1] Klemens Stock. Marcos. Comentario contextual al segundo evangelio. Ediciones ADP. Roma 2003 p. 128.
[2] Joel Marcus: El evangelio según Marcos. Ediciones Sígueme. Salamanca. T. I p.538
[3] Joel Marcus: El evangelio según Marcos. Ediciones Sígueme. Salamanca. T. I p.539
[4] Joel Marcus: El evangelio según Marcos. Ediciones Sígueme. Salamanca. T. I p.549

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